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viernes, 13 de febrero de 2009

"Cierto olor a podrido"

En mi adolescencia, fue uno de los libros que formó parte de mis lecturas. El autor, Martín Vigil, escribía para adolescentes. Se me vienen muchos recuerdos gratos de repente. La frase puede aplicarse hoy también a la vida social y política. Quizás aún andemos en la adolescencia democrática, por mucho que llevemos más años en ella.
Sorprende ver cómo se destapa la caja de Pandora de las maldiciones. Ciertamente hay un arribar de personajes que quieren medrar a partir de las influencias. Pero, para mí, lo peor es que los políticos "se dejan".
Quiero responder a una frase que, en el seno de una conferencia, también muy política aunque con ínfulas docentes, me hizo un antiguo alumno que está ahora en un compromiso político.
"Estás decepcionado con la política", me dijo. Respondí, sí, pero me quedó un regusto amargo de lo que voy siendo. Fue una ilusión en mi tiempo, como para todos los de mi generación. Incluso tuve posturas que me acarrearon consecuencias poco deseables. Me la jugué, como solía decirse. Y salí fortalecido, aunque con desilusiones a cuestas que no han hecho más que crecer. Y que, con el paso del tiempo se afianzan a fuerza de la terca realidad.
Medrar es el verbo preferido de muchos que se montan en el carro de los cargos. No el bien público, no. Mentir, falsear, es la acción preferida de muchos politicastros para mantenerse en el puesto que les da de comer.
No son todos, qué va. Conozco a unos cuantos que son honrados a carta cabal, que no huyen del compromiso y no tienen ni tiempo para ellos...
Pero es que la imagen que tenemos...y la que nos proporcionan los medios de ellos, sobre todo cuando critican al contrario....
Estoy desilusionado, sí:
1) Los grandes sindicatos dependen del gobierno de turno, a través de subvenciones enormes.
2)Los Jueces dependen del partido político que gobierna, a través de la cuota en sus elecciones. 3)Hay una violencia en la conciencia personal con la obligación de votar lo que el partido manda.
4)Los escándalos se airean por los grupos mediáticos de poder dependiendo no de la verdad, sino de cómo hundir al contrario.
5)Los medios de comunicación insultan, agreden, o, sutilmente, engañan.
Alguno me dirá: "¡Bienvenido al mundo de Matrix!, ¡ya era hora de que despertaras del sueño!". Puede, pero no me resigno, la verdad. Es muy fácil pensar que todo es basura, que es un engaño, una falacia...y que lo mejor es taparse las narices para oler, de forma selectiva, el olor a podrido.
¿No habrá que optar por gente honesta, movida por ideales que no se tropiecen con el muro de la mentira? ¿No habrá que tomar este camino, por parte de los militantes cristianos, para sanear la vida pública?

miércoles, 11 de febrero de 2009

" Un mundo sin fin"

La verdad es que me acerqué a ese libro con el regusto del primero de Ken Follet, "Los pilares de la tierra". Y el fiasco fue, si cabe, aún peor.
El libro abunda en los tópicos de cualquier libro actual que tenga intención de ser un best seller. Pero se hace pesado y, además, ratifica aquel refrán que reza:"nunca segundas partes fueron buenas".
Pero lo que más me ha llamado la atención es la necesidad de aporrear a la Iglesia, al clero, y a todo aquel que se le acerque. No voy a destrozar el libro contando su contenido, pero sólo aparecen dos personajes dignos de mención que pertenezcan a la estructura eclesial y sean buenos por convicción. Ambos del mundo monacal, por cierto. Los demás se refocilgan en todos los pecados: lujuria, robo, ambición, mentira, poder, engaño, y un largo etc. Que no hay ni uno bueno, vaya. Y los peores, aquellos que tenían una función directiva: obispos, priores o prioras y demás.
En esa época parece que la Iglesia sólo hacía bien, medio bien, construir monumentos que pudieran legar al futuro. Pero no por una intención buena o saludable, claro.
Y para los días que corren hoy, parece que sólo cabría la posibilidad de que desapareciera. Es el único favor que algunos nos quieren permitir.
No sé por qué esta cruzada, un tanto burda todo hay que decirlo, que nos demoniza a todos los que seguimos a Jesús dentro de la Iglesia Católica. La división del mundo entre buenos y malos, los que sólo aciertan y los que siempre fallan, los que están del lado de los menesterosos y los que se embarran en el poder demoníaco, los que buscan la libertad y los que atan al yugo de la esclavitud religiosa, se me antoja demasiado simple, interesado y sospechoso. Nunca me ha gustado.
A nadie sorprende hoy pensar que la Iglesia se ha equivocado. O que se equivoca. O más aún, que se equivocará. En cuanto que es una realidad humana, yerra. Pero, con los Papas actuales entonando el mea culpa incluso, parece que nada baste a estos propagandistas que predican sólo el mal dentro de las filas de la Iglesia.
Hay que afirmar que no todos los eclesiásticos son malos, es más, la mayoría son personas honestas, como cualquiera otra persona, que intentan parecerse al modelo que imitan. Y sólo por amor. Hay que afirmar que la Iglesia ha hecho muchísimo bien a lo largo de la historia, y lo sigue haciendo hoy. Sin ningún rubor.
Pero estamos en un fuego propagandista, en un furor negativo, que pone a muchos libros entre los primeros puestos de la venta valiéndose del palo y tentetieso a la Iglesia. Sólo porque vende.
Bien, pues habrá que producir buena literatura para el día de hoy. Y aguantar el chaparrón estoicamente.

viernes, 6 de febrero de 2009

educación ¿para qué? ciudadanía

Saludar, disculparse por llegar tarde, llamar a la puerta antes de entrar, desear los buenos días, no estacionar en medio de la calle, tirar los papeles en la papelera(¡y los huesos de aceituna!), no gritar, no insultar, acudir al diálogo, respetar a las personas, no desafiar si algo hago mal, reconocer la bondad de los otros, saber apreciar el trabajo bien hecho, despedirse con educación, no dar portazos de genio, no toser encima de los otros, saber respetar las ideas diferentes, no desafiar a los que educan, respetar al profesor y a los compañeros, no arrojar todo al suelo para que lo recoja otro, ofrecerse a un favor, no pasar de largo ante la agresión física, sonreir, agradecer, acariciar, no utilizar palabras soeces, no blasfemar (por respeto al otro), no utilizar las instituciones para aplastar a los distintos, atender con amabilidad, pedir con respeto...
Quizás eso es lo que debamos llenar de contenido en educación, que después vendrá la ciudadanía.