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jueves, 26 de abril de 2012

hombres de diálogo

   Así deberíamos de definir a los que se ponen al frente de los organismos públicos, a los políticos, y que quieren dirigir las voluntades y las instituciones en función de un hipotético bien común.

   Pero me despierto sobresaltado cada vez que oigo la sombra de miedo que proyectan los que sospechan de las medidas que toma el Gobierno, parece que rugen porque estamos en una crisis profunda, producto de una política que no recuerdan.
   No es que crea que hay unos que se equivocan siempre y otros que aciertan siempre. En política eso es de una simpleza insultante. La gestión de lo público necesariamente conlleva errores y aciertos, tomas de decisiones que aplauden unos y denostan otros, a veces rápidas, otras profundamente desacertadas. Más me quitan el sueño, aquellos políticos que dividen a la sociedad, inconscientes del daño que hacen cuando demonizan a los contrarios, cuando expulsan de la plaza pública a los que piensan diverso. Pero más aún cuando tachan de oscurantista, o infantil, la fe de los cristianos.
   Hay una falta de respeto, en algunos sectores, ante las personas que expresan sus creencias, especialmente las cristianas. Un error de bulto a la hora de definir nuestra sociedad, que convive pacíficamente, y la cual ve con simpatía la fe católica. Expulsarla de lo publico no puede hacerse sin echar a las tinieblas exteriores a todos los que son creyentes.
    No entiendo por qué, si miles de padres escogen un criterio para la educación de sus hijos, éste deba desaparecer. Una de las patas del curriculo es el de la aceptación social. ¿Por qué hay quien desea elimaniarla de la educación y sin embargo otras asignaturas o materias que no gozan de la simpatía, y no siendo, escogidas persisten en el curriculum estudiantil? Más aún hay materias que no tienen siquiera un temario definido, figúrense. Se cuestionan las ayudas estatales a una institución, mientras que a otras se les privilegia. Los partidos y los sindicatos reciben dinero del erario público, nadie nos consulta si queremos que parte de nuestros impuestos vayan a ellos, y sin emabrgo son de las institucones menos valoradas...curioso. Muchas personas tienen que soportar que en programas de televisión, radio y otros medios, se ridiculice la fe que profesan. No que se debata limpia y respetuosamente, sino que directamente se vaya al insulto...pero hay otras ideas, instituciones o realidades que no pueden ser criticadas porque directamente se descalifica al que los expone, se le tacha con un calificativo despectivo, se le ningunea, se le ridiculiza. Estoy sorprendido al ver el espectáculo público que dan nuestros próceres.
   Me sorprende más aún que muchos puedan ser gobernados por unos pocos que no son sensibles a lo que creen y sienten muchos. Creo que, ante la gran desafección que se manifiesta en el voto, los políticos deben ponerse a pensar qué es lo que está sucediendo. Más aún, creo que deben apuntarse a las clases de escucha y empatía, respeto y tolerancia que deberían haber cursado obligatoriamente si querían dedicarse a esto.
   Pero creo que va a ser que no, que nos espera un invierno duro.