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lunes, 22 de junio de 2009

La nueva religión

Y es que si todavía hay quien no se ha enterado, es que no quiere.
Y los cristianos, en general, deberíamos, al menos, saberlo. Para que no nos coja con el paso cambiado, vamos. Porque, sin lugar a dudas, hay una religión emergente, que tiene nuevos adeptos que, como todo el mundo sabe, son los más peligroso. El perfil de los neoconversos es siempre el mismo: tildan a todos de equivocados, de traidores, de ajenos a la verdad. Los neoconversos hacen cruzadas, emiten bulos, persiguen a algunos, sospechan de todos, quieren convertir a todos a la fuerza.
La nueva religión busca imponerse y, con burla o con admiración, repite los esquemas de la antigua a la que acusa de falsa y perversa. La nueva religión se viste de formas nuevas, pero es puro espejismo: airea miedos, suscita desconfianzas y asegura estar ella solita en la verdad. Es la única que puede decir una palabra cierta y verdadera, la única que da seguridad y confianza, la que sabe poner en su sitio a los descarriados, la que calla a los disidentes y la que está del lado de los que lo necesitan.

En la historia de las religiones, nadie se escapa de este análisis. Repite arquetipos que están en lo más íntimo del subconsciente colectivo. Pero las viejas religiones están curadas de esto. En términos generales, aunque alguna tenga que pasar aún por la criba del tiempo.

Pero esta nueva religión, a la que me refiero no tiene un Absoluto, un Ser transcendente al que referirse. Me refiero, claro está, a la política partidista que está marcando los derroteros españoles de los últimos tiempos. Sobre todo a la política que mana de un partido político que se convierte en dios a la medida humana: tiene sus dogmas, los demás no podemos opinar porque se nos condena al ostracismo, a las tinieblas de la inteligencia y la razón; obliga y cohibe moralmente; tiene incluso elementos de coerción de la conciencia: disciplina de voto la llaman; enciende hogueras en la plaza pública: sus periódicos, sus medios de comunicación; tiene sus sacerdotes que nos dicen qué debemos pensar y qué no: condenan, ridiculizan, dicen que lo que ellos dicen es, sólo, lo bueno; tiene sus cultos: mítines, ejecutivas de partido y slóganes; aporta cosas sagradas: banderas, distintivos y looks que, si no se siguen, marcan al adversario; y tiene, sobre todo, gente que sigue al líder de forma ciega y agnóstica: mejor no piensa, que piensen ellos por mí. Todo lo que digan es verdad, es LA verdad.
Me da miedo esta política que se convierte en el summun de la verdad. Hay una invasión del espacio sagrado con políticas de partido que olvidan lo que son: gestión de la cosa pública. Hay un deseo de dar una visión cósmica y total del universo: ella dice lo que es el mal y el bien, lo correcto y lo que no, lo que debe hacerse y cómo. Y, sencillamente, están equivocados. La conciencia libre y distinta, el espacio de decisión moral y personal no les pertenece. Los políticos no pueden, y no deben, confundir la gestión del bien público con dictaminar qué es el bien. En cambio las religiones, que existen porque los creyentes se adhieren a ellas, no lo olvidemos, tienen la potestad de sus seguidores para que les indiquen y orienten sobre lo que ellos quieren saber. Después cada quisque, en el interior de su conciencia moral, decidirá.
Y, en los países democráticos, todos pueden opinar. TODOS. Impedir, o condenar al silencio a los otros es convertirse, por ensalmo, en la nueva religión que busca ahogar la verdad. Pero, al tiempo, la verdad se abrirá paso.

Vaticano 2035

Mi amigo Pedro Belderrain, claretiano él, me dejó en casa este libro con la recomendación de que me lo leyera. A el le gustó.
Es una novela de intriga religiosa y política. Tomás I, papa en 2035 se mueve entre conspiraciones en el Vaticano, enfrentamientos de sectores reformistas y conservadores, fundamentalismo religioso. Y todo adobado con otros ingredientes como el celibato del clero, el papel de la mujer en la Iglesia, la unión de las Iglesias cristianas. Por otro, lado aparecen pandemias, un nuevo orden mundial o la paz en Oriente Próximo. Todo esto pueden hacer peligrar la vida de un pontífice revolucionario decidido a romper con tradiciones ancestrales.
Es una ficción que sueña con la evolución de la Iglesia católica, las relaciones con las otras Iglesias y un mundo en paz, fraguada ésta a través de pactos donde el que más impresiona es el de Israel y Palestina.
No deja de ser una novela, pero parece tener la intención de un sueño. ¿podremos ver algo de lo que allí se dice? Desde luego las Iglesias han ido evolucionando, cambiando aquello que no es fundamental, adaptándose a los tiempos...
El autor conoce muchas cosas, sabe de teología, y de corralitos vaticanos, pero no sé si lo suyo es un sueño o una ficción sin más interés. Creo que hay cosas que deberán cambiar, sin más. Estos cambios serán por la fuerza de la historia o por la de la reflexión. Ya veremos.

jueves, 18 de junio de 2009

adiós

No tenemos todas las respuestas. Ni siquiera todas las preguntas. No siempre podemos formular de forma adecuada lo que nos ha dejado perplejos, o noqueados.
Ante la muerte, muchas preguntas se callan y muchas respuestas son inútiles. Lo que queda es la compasión, esto es, el acompañar el dolor y que se vierta también sobre ti.
Mirar, con ojos vidriosos, el íntimo adiós del otro. Velar, con delicadeza, su caída y sus preguntas. Y no intentar contestar con tópicos manidos.
La fe sufre, en algunas circunstancias, un sobrecogimiento que suspende en el aire las certezas para reanimarlas después del impacto.
Mi amigo Jose Antonio se ha ido. Se llevó su disponibilidad y su alegría. Ahora hay que andar sin el. Y ayudar a los suyos a sostenerse sin el. Desde el firmamento de los que nos precedieron, habrá de mirar frecuentemente a los que ama para llevarlos de su mano, sin que se sientan demasiado solos. Dura tarea la de vivir con despedidas demasiado tempranas.

martes, 9 de junio de 2009

La primera comunión de mi hija

Se acerca el día y ella está tan nerviosa que no tiene sosiego. Quiere que todo salga bien, que estén aquellos que son significativos para ella: sus amigos, sus abuelos, sus primos...pero sobre todo quiere que llegue el día.
Lo vive como una acontecimiento maravilloso. Nos ha visto celebrar la Eucaristía muchas veces, nos ha acompañado de la manita para comulgar, nos ha preguntado qué era aquello. Su madre la ha ido acompañando en su crecimiento de fe, con las catequesis en las que desgranaba los misterios de la fe y el arrojo de la vida.
Es la última de mis hijas que nos acompaña en la mesa servida para todos, que es la Eucaristía. Se va a incorporar al Banquete en el que todos somos iguales: libres y redimidos. Se va a unir más allá de la carne, a un cuerpo mayor, que la hará crecer y desarrollarse como persona.
Ella sueña, a su manera, con todo eso. Un poco también con lo que trae consigo una celebración de ese tipo. Pero no la distrae.
Con este paso, se acerca al mundo de la adolescencia, al mundo adulto.
Siento una indescriptible sensación de que estamos todos en lo mismo, reciamente, con pasión y convicción. Eso, mirar al lado y ver a los míos conmigo, me hace transitar por este mundo de una forma más equilibrada.