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domingo, 25 de septiembre de 2016

Magia engañosa

Aún a fuerza de parecer un poco antipático, y sabiendo que puedo ser políticamente incorrecto, quiero poner por escrito, para decírmelo a mí mismo, el hartazgo que supone el vacío de frases grandilocuentes que quieren expresar una sabiduría sublime, pero que no es más que una sarta de lugares comunes sin ningún soporte real.

Me las han dicho y, tal vez las he dicho. Llenan los muros de Internet y las redes sociales, están considerados "consejas de vieja", sabiduría popular, aprendizaje vital...pero yo creo que son una forma de llenar vacíos con palabras.

Ahí van los susodichos:
-- "La vida le enseñará": Como si no vieramos que hay personas que no son sabias, que no aprenden con el tiempo. Es como si el saber se colara por ósmosis entre los pliegues del cerebro. Sin querer, sin padecer, sin un acto de reflexión. No, la vida no enseña a quien no quiere aprender; a quien piensa que está en la cima de la inteligencia; a quien cree que, por ser el, ya está en posesión de la verdad. Me hacen temblar los que opinan de todo con una certeza inconmobible. Me asustan los que no preguntan, los que no se preguntan. Llegados a una edad provecta podemos ser viejos amargados o sabios ancianos. La diferencia será que, quien ha aprendido, usaba el discernimiento para sacar conclusiones encamindas al buen vivir. Los jóvenes, lanzados a la vida, creen que no deben ir pertrechados con la sabiduría de quien pasó por alli antes, como si fuera despreciable el aprendizaje de otros. Esto me lleva a la siguiente:
--"Nadie escarmienta por cabeza ajena". Ahí es nada. Lo que más nos distingue como seres inteligentes: aprender de los errores, los de otros también, y no repetir las torpezas. ¿Se imaginan un general de batalla que no aprendiera del buen hacer de otras guerras?¿No se ha avanzado por la experiencia de otros? Es como una sutil desconfianza de las certezas de otros por sus apuestas vitales. Siglos de sabiduría tirados a la calle del olvido porque lo que han pasado otros, por lo que han pasado otros, no me sirve. Esta sociedad cocina inmediatez para un ciudadano que está perdido entre mil conjeturas. Pero la opinión de los sabios, los que ha traspasado el umbral de la ignorancia a fuerza de escrutar la vida, no vale. Cada uno que aprenda por sí solo. 
-- "Aprenderás a ser padre". Sé que es cruel, pero no es así. Amar no es un signo inscrito en el código genético. Es mucho más. Hay padres que abandonan a sus hijos, los pierden, los muelen a palos, los prostituyen. Amar es un ejercicio costoso. No hay siempre una banda sonora en los actos de generosidad que nos trabajamos, a veces es un silencio plúmbeo, una desconsideración. Hay padres que no aman, que no quieren amar. La paternidad, la maternidad, se va practicando contra viento y marea, más aún en la incomprensión de los hijos. Amar compromete tu libertad, tu tiempo, tu equilibrio. Porque amar es salir de sí. Y no siempre se agradece el espacio que dejas para que los otros quepan. Hay quien quiere que sus hijos sean una prolongación de sus carencias, pero otros salen al paso de las necesidades más perentorias de su prole y van parcelando su vida, minorando, muriendo a sí, para que vayan creciendo ellos. Esos héroes anónimos y gratuitos sí tienen un amor auténtico. Pero es el fruto de la convicción y el trabajo para cuidar y acompañar. 
-- "El tiempo lo pone todo en su sitio." Esta sí que es buena. Los grandes desmanes cometidos, las heridas sufridas, las muertes, las mentiras que trinfan, las injusticias...parece que no cuentan. Como si la historia fuera una fuerza inexorable, e inteligente, que recompusiera un puzzle que hemos deshecho nosotros. No importa si sufres, si estas en paro, si te han matado a alguien, si has sido protagonista de una injusticia...la vida se encargará de colocarlo todo correctamente. Falso. Persiste el mal, desbarata, entorpece, aniquila. Vemos pasar la vida, la nuestra y la de otros, pensando que el tiempo, de forma mágica, lo restituirá todo. Como si la fuerza de voluntad, de la que estamos dotados, fuera una torpeza añadida a nuestra naturaleza. Hay que forzar, muchas veces, la historia. Hay que trabajar duro para que se restablezca el bien, y la justicia. Lo único seguro del tiempo, es que pasa. Y estamos cosidos, junto con nuestra libertad y nuestra voluntad, a el. Para dominar la historia, la nuestra y la general. 

Ahí van algunas. Pero habrá más. Amenazo.

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