Tierra Esperanza quiere ser la evidencia de que el Reinado de Dios es posible en medio de los hombres,comunión que hace familia, lugar de acogida y escucha que rehaga la humanidad rota, denuncia desde la propia vida de la injusta repartición de bienes, voceros de la Palabra allí donde no es escuchada, acción de gracias constante y diálogo incesante con el Padre, libertad responsable y común, iglesia con intención de reconstruir espacios nuevos y de recrear aquella intuición de las primeras comunidades, afectos compartidos creando fraternidad evangélica, luz evangélica que vaya creando la Iglesia Una, propuesta no violenta de vida.
Dios es Comunidad.
Conocemos su esencia porque es comunicación: vida de comunión que provoca vida. La realidad comunitaria de la Iglesia se apoya en este pilar básico. La llamada de todo cristiano a ser de Dios le lleva a ser parte de un proyecto expansivo en el que yo soy a medida que entro en comunión. La Comunidad no es una llamada a un carisma particular, sino a realizar en este aquí y este ahora la profundidad de un Dios que se ha dado al hombre para que la humanidad sea una con El. De ahí mana esa voluntad de Jesús para que le sigamos y formar con El esa unidad esencial a la que todos estamos llamados. El seguimiento de Jesús lo hacemos en esta vida común como signo inequívoco que pretende adelantar y dar vida al Reinado de Dios. Nos inquieta su venida aunque sabemos que ha comenzado con la llegada del Mesías. La nueva vida que trae nos invita y nos ayuda a abandonar todo aquello que pueda atarnos para impedir este seguimiento, esta construcción del Reino. Habiendo encontrado la perla preciosa del evangelio nuestra existencia tiene otra orientación y otra luz. La llamada a todo hombre es para hacerlos Nuevo Pueblo; también es llamada personal para ponernos al servicio de los otros. Pero no podemos hacer violencia y fuerza en solitario porque Jesús nos habla explícitamente de ser Uno. El mismo escoge un grupo, Primera Comunidad, para ser signo en medio de las gentes. Por todo esto queremos hacer realidad la fraternidad que Jesús crea para formar la familia que tiene por vínculo el Proyecto de vida de la instauración de la Ciudad Nueva donde se vivan valores distintos de los que propone la sociedad. Queremos ser signo de esta realidad en medio de un mundo dividido y de un Cuerpo de Cristo roto. La vida común quiere ser llamadaa la Unidad, y en este proyecto no estamos solos, sino que contamos con los hermanos.
Anuncio y denuncia:
El Espíritu de Pentecostés abre la posibilidad de vivir nuevas formas de felicidad. Por eso nuestra opción evangélica, que entendemos son para todos los hombres, pretende ser:
1. anuncio gozoso de que esta realidad es posible en nosotros, pobres hombres y mujeres de barro. Nuestra vida, siempre en constante conversión por la carga de imperfecciones que le aportamos, quiere ser un vivir el amor mutuo y los valores de Jesús. Y no quiere ser teoría, sino experiencia vivencial desde el gozo y la alegría en medio de las dificultades, en constante austeridad y pobreza en los medios y las formas, abiertos a la gratuidad, orantes y no-violentos,llenos de esperanza, iguales y asumiendo los propios carismas y diferencias.
2. denuncia efectiva, poniendo de manifiesto por medio del testimonio vital y de la palabra y el gesto explícitos, aquellos elementos que destruyen a la humanidad y lo alejan de su Creador. Al optar por la vida común nos injertamos en un proyecto original. En la Iglesia existe este impulso hoy y nosotros estamos siendo testigos privilegiados de este signo de los tiempos. Nos parece que el Espíritu suscita algo que es necesario renovar o vivificar: la vida en común de seglares que dan toda su vida por el Reino.
Tierra Esperanza es, pues, un modo de vida de fraternidad en Comunidad y de compromiso cristiano, consagrando la vida al servicio de la causa de Jesús por el hombre. Quiere ser Reino de Dios hecho familia. Vivir este camino nos ayuda a liberarnos porque corremos con otros a la misma meta y su aliento a nuestro lado nos socorre. También los hermanos nos ayudan, desde el discernimiento y la corrección fraterna, a despojarnos de las superficialidades denuestro Yo para afrontar con más capacidad el trabajo por el Reino. Por esto desde la libertad somos Uno, y por ser Uno somos más libres. Desde esta actitud personal que ve en el otro a alguien por el que Dios puede hablarme, entendemos esa presencia que ha de ser desde la cercanía y el cariño más respetuoso. En este sentido vemos como necesidad acuciante de promover hoy el modo de vida de fraternidades en Comunidad, consagrando la vida al servicio de la causa de Jesús por el hombre. También los es crear lugares donde los hombres puedan tener en su camino un encuentro fundamental con el Padre. Nos parece un regalo lo descubierto y, en cada soplo que entendamos del Espíritu, alentaremos la creación y crecimiento de comunidades de vida evangélica dentro de la Iglesia. No nos cerramos a la posibilidad de que la aportación, desde nuestra pobreza y limitación, de que existan otras comunidades vinculadas a Tierra Esperanza.
Dios es Comunidad.
Conocemos su esencia porque es comunicación: vida de comunión que provoca vida. La realidad comunitaria de la Iglesia se apoya en este pilar básico. La llamada de todo cristiano a ser de Dios le lleva a ser parte de un proyecto expansivo en el que yo soy a medida que entro en comunión. La Comunidad no es una llamada a un carisma particular, sino a realizar en este aquí y este ahora la profundidad de un Dios que se ha dado al hombre para que la humanidad sea una con El. De ahí mana esa voluntad de Jesús para que le sigamos y formar con El esa unidad esencial a la que todos estamos llamados. El seguimiento de Jesús lo hacemos en esta vida común como signo inequívoco que pretende adelantar y dar vida al Reinado de Dios. Nos inquieta su venida aunque sabemos que ha comenzado con la llegada del Mesías. La nueva vida que trae nos invita y nos ayuda a abandonar todo aquello que pueda atarnos para impedir este seguimiento, esta construcción del Reino. Habiendo encontrado la perla preciosa del evangelio nuestra existencia tiene otra orientación y otra luz. La llamada a todo hombre es para hacerlos Nuevo Pueblo; también es llamada personal para ponernos al servicio de los otros. Pero no podemos hacer violencia y fuerza en solitario porque Jesús nos habla explícitamente de ser Uno. El mismo escoge un grupo, Primera Comunidad, para ser signo en medio de las gentes. Por todo esto queremos hacer realidad la fraternidad que Jesús crea para formar la familia que tiene por vínculo el Proyecto de vida de la instauración de la Ciudad Nueva donde se vivan valores distintos de los que propone la sociedad. Queremos ser signo de esta realidad en medio de un mundo dividido y de un Cuerpo de Cristo roto. La vida común quiere ser llamadaa la Unidad, y en este proyecto no estamos solos, sino que contamos con los hermanos.
Anuncio y denuncia:
El Espíritu de Pentecostés abre la posibilidad de vivir nuevas formas de felicidad. Por eso nuestra opción evangélica, que entendemos son para todos los hombres, pretende ser:
1. anuncio gozoso de que esta realidad es posible en nosotros, pobres hombres y mujeres de barro. Nuestra vida, siempre en constante conversión por la carga de imperfecciones que le aportamos, quiere ser un vivir el amor mutuo y los valores de Jesús. Y no quiere ser teoría, sino experiencia vivencial desde el gozo y la alegría en medio de las dificultades, en constante austeridad y pobreza en los medios y las formas, abiertos a la gratuidad, orantes y no-violentos,llenos de esperanza, iguales y asumiendo los propios carismas y diferencias.
2. denuncia efectiva, poniendo de manifiesto por medio del testimonio vital y de la palabra y el gesto explícitos, aquellos elementos que destruyen a la humanidad y lo alejan de su Creador. Al optar por la vida común nos injertamos en un proyecto original. En la Iglesia existe este impulso hoy y nosotros estamos siendo testigos privilegiados de este signo de los tiempos. Nos parece que el Espíritu suscita algo que es necesario renovar o vivificar: la vida en común de seglares que dan toda su vida por el Reino.
Tierra Esperanza es, pues, un modo de vida de fraternidad en Comunidad y de compromiso cristiano, consagrando la vida al servicio de la causa de Jesús por el hombre. Quiere ser Reino de Dios hecho familia. Vivir este camino nos ayuda a liberarnos porque corremos con otros a la misma meta y su aliento a nuestro lado nos socorre. También los hermanos nos ayudan, desde el discernimiento y la corrección fraterna, a despojarnos de las superficialidades denuestro Yo para afrontar con más capacidad el trabajo por el Reino. Por esto desde la libertad somos Uno, y por ser Uno somos más libres. Desde esta actitud personal que ve en el otro a alguien por el que Dios puede hablarme, entendemos esa presencia que ha de ser desde la cercanía y el cariño más respetuoso. En este sentido vemos como necesidad acuciante de promover hoy el modo de vida de fraternidades en Comunidad, consagrando la vida al servicio de la causa de Jesús por el hombre. También los es crear lugares donde los hombres puedan tener en su camino un encuentro fundamental con el Padre. Nos parece un regalo lo descubierto y, en cada soplo que entendamos del Espíritu, alentaremos la creación y crecimiento de comunidades de vida evangélica dentro de la Iglesia. No nos cerramos a la posibilidad de que la aportación, desde nuestra pobreza y limitación, de que existan otras comunidades vinculadas a Tierra Esperanza.
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