Hace mucho tiempo que me tiene preocupado un tema eclesial de transcendencia. Este es el de la transmisión del mensaje del evangelio y, por ende, la capacidad que podemos tener de informar y formar a través de los medios de comunicación social.
Es evidente que necesitamos comunicadores del mensaje evangélico. Es una invitación constante, e inherente, a la dinámica de la fe. Bien es cierto que ahí no se acaba, se necesitan las obras, los hechos que avalen dicho mensaje.
Creo que es importante que la gente perciba el mensaje de liberación y salvación de forma adecuada a dicho mensaje. Mcluhan acertó al afirmar: "el medio también es el mensaje". Por eso hay que cuidar tanto lo que se dice como la forma en que se dice. No es lo mismo proponer la fe, que imponerla; ser asertivos que destructivos; analizar que insultar; dialogar que discutir.
Si la Iglesia tiene un determinado medio de comunicación a través del cual hace su análisis e información, los cristianos tenemos que pedir que ese medio sea, cuando menos, de estilo evangélico. Y no me refiero a algo melifluo y que tenga miedo a hacer un análisis en profundidad y con mordiente. Que no se confunda lo que quiero decir. El estilo evangélico, en ocasiones, es también claro y, por eso mismo, puede parecer duro. Y serlo.
Pero lo que debe quedar claro es que tiene que buscar la verdad, y no puede ser insultante u ofensivo. Y, por supuesto, plural. Que de distintas visiones de los temas discutibles y no sea unívoco.
Desgraciadamente me encuentro eso en algunos programas que pertenecen a la cadena Cope: adolecen de pluralidad y estilo evangélico. Esto crea desasosiego en el oyente que se acerca a esta cadena con la intención de oír distintas opiniones, estudios sosegados, y propuestas constructivas.
Creo que habría que revisar tanto cómo se comunica en las emisoras de la Cope como aquello que se comunica. No encuentro ningún problema en que el estilo pueda ser con cierta ironía, con garra. Tampoco que las opiniones que se vierten puedan o no coincidir con las mías. Ni que el periodista o el director sea de una tendencia ideológica determinada. Nada de eso, en sí, es necesariamente negativo. Pero lo que se dice debe ser respetuoso, crítico también, pero con una limpieza evangélica que haga que quien lo escuche no sienta que si no está con lo que dice, está fuera de la verdad. Al fin y al cabo lo que pretendemos todos es hacer un mundo que se parezca a lo que Dios quiere, y que está claramente definido en las Bienaventuranzas. Deberían de revisar, pues, quienes tengan potestad para eso, las líneas, medios y formas de la Cadena para que los cristianos no tengamos que migrar a otras ondas decepcionados, una vez más, de las elecciones erróneas en materia de comunicación que apoyamos desde la Iglesia.
2 comentarios:
Hola Pedro. He encontrado este blog indagando por internet y me he alegrado mucho al verlo, huele a Casa. Me han encantado las fotos, los niños ya no son tan niños estan guapísim@s, y los mayores...se os ve bien,jeje.
Ojala el Señor os siga dando la fuerza del día a día en la que algunos desvanecemos.
Un abrazo muy fuerte para todos.
Totalmente de acuerdo, pero hay que pasar de las palabra a los hechos, la Cadena Cope no puede ser la única emisora que mantiene a un delicuente, por injuriar y faltar a la verdad, como director de un programa. Jesucristo hablaba de predicar con el ejemplo. Es sorprendente que la cúpula de la Iglesia católica mantenga a este señor, una cosa es discrepar y otra delinquir
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