Me he resistido a entrar en la polémica de la tan traída y llevada foto que ha llenado tertulias, foros, e-mails y demás. Creo que todo lo que signifique distraernos de lo fundamental, no es más que una pantalla luminiscente que destella para que no entremos en el problema que nos duele. No sólo es la crisis, también la cantidad de propuestas de orden, más o menos, importante y moral, que se nos ponen encima de la mesa.
Ayer escuchaba en la Cope una entrevista a José Blanco en la que decía que era "católico no practicante". Creía, decía él, que una cosa era tener una convicción, a la que no renunciaba, y otra imponer esa convicción a todos. Por un momento estuve perplejo. A ver: si yo pienso, en base a mis convicciones morales y religiosas, que algo está mal (un asesinato, la pena de muerte, la objeción de conciencia al servicio militar, la objeción fiscal, la discriminación por razones de credo religioso, u otras) ¿dice él que no puedo, ni debo, hacer manifestaciones públicas de ello, que no intente cambiar el rumbo de esas normas por considerarlas injustas...? No creo que quisiera decir eso, vamos digo yo. Entonces ¿qué quería decir? Tampoco creo que quisiera indicar que si alguien no estaba de acuerdo con el pensamiento de los gobernantes, debía callarse, porque atentaba contra el orden público y las buenas costumbres...
Estamos ante una serie de propuestas en el orden de lo social que afectan también al orden de lo moral, como no podía ser de otra forma. Y si existe la posibilidad de pensar, con argumentos razonables, técnicos, médicos y filosóficos, que algo atenta contra la vida humana ¿debemos callarnos? Por supuesto que no, aunque los gobernantes hagan siempre lo propio, decir que ellos y solo ellos tienen en su mano la verdad. Siempre ha pasado igual, basta con recurrir a los libros de historia y comprobarlo. La religión ha sido un contrapoder, que en ocasiones se ha equivocado, sobre todo cuando quería ser un poder omnímodo. Pero está bien que algún colectivo se ponga enfrente de los que mandan para recordarles su falibilidad. Y, en este caso, está muy claro lo que pasa:debemos estar de parte de los más débiles.
Para colmo de males, cuando estaba en estas historias, me entero de lo de la fotito y la autorización para administrar en farmacias la píldora postcoital. El Presidente del Gobierno pone el grito en el cielo por la exhibición de fotografías posadas, en actos oficiales y por funcionarios oficiales, de su familia: dice romper un pacto no verbal. No me digan que no es un despropósito: tiene reparos en eso, pero en que las niñas puedan abortar sin el consentimiento y conocimiento paterno, o materno, no. Tiene reparos acerca de que, desde la representación gubernamental que DETENTAN en ese momento, la gente pueda ver cómo van vestidas sus hijas o qué rostro tienen, pero ningún problema ante la cantidad de efectos secundarios que puedan devenir del uso de la píldora del día después. Le molesta el pacto no escrito, pero aquellos escritos en normas y leyes constitucionales que dicen que el aborto NO es un derecho, nada de nada.
Estamos en el reino de los despropósitos.
1 comentario:
Completamente de acuerdo. José Blanco cumple escrupulosamente la ley del grouchomarxismo: estos son mis principios y si no le gustan da igual, tengo otros. Es la viva estampa de la moralidad al servicio del partido. Encontrar otra lógica en lo que habla es inútil.
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