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jueves, 17 de enero de 2008

A la vista de las elecciones

¡Vaya cómo está el panorama!
Mira que me molesta que me digan lo que tengo que votar, a quién debo escuchar o cómo tengo que pensar.
Pues nada, unos y otros venga a dar la murga diciéndome que si miro a un lado, malo. Pero que si lo hago en el otro, peor. Se han creído que los ciudadanos, todos, somos un atajo de descerebrados que tenemos que votar a unos o a otros bajo la amenaza de nuestra incapacidad para mirar y comprender la realidad.
Lo que creo que deberían hacer nuestros políticos es presentar programas, y explicarlos. Y punto. Ya decidiremos los que votamos qué debemos hacer. Pero como resulta que nos quieren conducir como borregos, nos dan todo bien explicadito para que nos se nos estropeen las mientes y podamos seguir jugando a"no sé nada".
No todos son malos, tampoco es eso. Pero lo cierto es que los aparatos de comunicación de los partidos parecen fruteros que venden verduras pasadas, que las envuelven en papel de estraza para que no veamos el producto. Me niego a pararme un ratito a contemplar cómo dividen el mundo en buenos y malos. Para sentirnos a salvo de los perversos oponentes políticos podemos vender nuestra alma y razón a los líderes, ya no habrá más que salvación, nirvana y buen rollito.
Debemos emprender una purga contra los que amenazan con el infierno en la tierra para los que nos hemos equivocado al coger la papelta equivocada. Y lo mejor será ignorarlos, ningunearlos, extinguirlos de nuestro panorama mental.
Quiero razones para creer que el mundo de la política puede ser un lugar desde el que construir lo bueno para todos, para la sociedad. Pero los que se ensañan con el adversario no son más que amargados que, incapaces de proponer, imponen criterios bienpensantes. Llegaron allí, probablemente con buenas intenciones, no lo voy a juzgar, pero la bilis se les ha impuesto en la razón y se les nubló el entendiemiento.
Por favor, limpien el mercado político. Usen de las buenas formas, sean positivos, optimistas. Crean en nosotros, en el electorado. No nos amenacen, que suena mal.

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