Queridos hermanitos y hermanitas:
No dejan de sorprenderme estas acciones de Jesús. Marcos es un narrador muy parco en palabras. No quiere que nos distraigamos con elementos del relato que no considera importantes. Sobriamente, yendo al grano, nos permite acercarnos a un episodio muy claro con respecto a la fe, la oración y el ayuno. Es como si todo el relato estuviera construido en forma de flecha, que se va aguzando hasta conducirnos al final.
Jesús se lamenta de la incapacidad de los suyos, y de los de su tiempo – “esta generación”, los llama- para ir más allá. No creen y parecen incapaces de creer. Pero hay uno que se acerca. “Si puedes…ayúdanos”. La respuesta de Jesús es tajante: para aquel que cree todo es posible. La fe es una apuesta de sentido, una conclusión de la razón y una afirmación de la voluntad que se inclina a dejarse descansar en el misterio de Dios. La fe afirma con rotundidad. Sabe, en definitiva. No desconoce la realidad, sino que la dota de una orientación. Y sabe que triunfa siempre, porque el hilo conductor de la historia lleva a la salvación, a la liberación. Dios es, y sabemos de su bondad. Y por eso puede trastocar toda la realidad convirtiéndola en don, en energía, en bondad.
Los discípulos no pudieron, como hoy nosotros, batallar con ese demonio. Y se desilusionan, o se enfadan, o se sorprenden. No se puede guerrear contra el mal si uno no está revestido con la coraza de la fe y sus armas: la oración y el ayuno. Dicho de otra forma, en un esfuerzo de íntima unión con el Buen Padre Dios.
A nadie se le oculta que hoy hay muchísimos frentes abiertos donde convendría hacer milagros, y donde no suceden…La Palabra a veces es una espada de doble filo que atraviesa hasta el tuétano, poniendo de manifiesto nuestra ausencia de fe, de confianza. ¡Auméntanos la fe! Es un grito de confianza también. El que podemos lanzar en la seguridad de que Él sí que obrará en nosotros ese milagro, para que podamos colaborar en su obra. Eso le pedimos.
Pedro Barranco
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