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martes, 3 de abril de 2018

Pregón Pascual 2018






¡Qué calle ya el silencio,
que brote de su entraña
una canción, un verso, una palabra!
¡Que se haga luz en la garganta,
que todos los seres entonen a una
la grandeza del trono de pan,
la maravilla del Reino de los pobres,
la Humanidad nueva, recubierta y distinta!

Dios, Padre bueno, con nombre de cercanía y abrazos de acogida,
miraste la creación, apenas descendía el silencio sobre la nada,
miraste y amaste un orden creado para la plenitud,
soñaste un universo y sus leyes armónicas, dadas, explosivas
hechas para crecer y expandirse.

Y en este orbe, aún frío de Ti, soñaste el mundo,
miraste más allá de las cosas sin ánima,
y pensaste en compañías, en recrearte Tú,
te miraste a ti mismo como un amante fiel
y deseaste el gozo que no cesa en los otros, para los otros.
Un amor incandescente y luminoso que
Se volvió germen del hombre, de la Humanidad. Y se hizo ella.

El hombre, esa maravilla cosida en libertad
Y para el amor.
Sin embargo, tan frágil. Como ese Adán que se miraba
y veía solo el ansia que le llamaba a ser solo el, y el solo.
O el pueblo de Israel, cegado por el afán de dominar hasta al mismísimo Dios.

Y tu nos miraste y nos amaste. Para siempre.
Por eso bastó tu fuerza liberadora para deshacer
los mares de dificultades, la fuerza del pecado,
las negaciones de Pedro y las huidas de lo tuyos.
Persististe en ver más allá de nuestro barro:
ese querer ser diosesillos que fuerzan a los otros para ponerlos a nuestro servicio.

¡Te diste todo a nosotros, y te devolvimos torturada y muerta tu esperanza!
Pero se posó tu mirada en nuestra herida,
y en el hueco de piedra que albergó a Jesús
y tus lágrimas florecieron la vida donde hubo muerte.
¡Feliz pérdida por la que te encontramos!
¡Jesús ha resucitado!
Y esa es la mirada de Dios que quema al mundo y lo hace nuevo.
Es la apuesta, la novedad, la vida para siempre.

La noche no hizo más que ser parto,
La luz desgranó el haz de vida,
Rompió la roca, mató la muerte.

Y ahora, en este nosotros que nos haces,
Iglesia, comunidad reunida y redimida nos pides
que miremos y rehagamos, abracemos y curemos,
construyamos otro orden, uno nuevo,
a tu manera,
a tu mirada.

Que la noche nos coja en vela,
que el alba nos sorprenda en amor,
que tu venida nos sobrecoja en la brega,
que tu Espíritu no lleve en volandas,
que se apaguen las fronteras,
que nos encontremos hermanos,
liberados al fin, puestos en pie sobre nuestras convicciones,
en afán de justicia, con la libertad de la paz.

Amén.

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